El 2020, Panamá y el mundo

Desde hace más de una década, el Centro de Acción Preventiva (CPA por sus siglas en inglés) del “Council on Foreign Relations” publica, a final de cada año, un informe titulado “Preventive Priorities Survey” (Encuesta de Prioridades Preventivas). Este ejercicio consiste en elaborar una lista de los conflictos potenciales o en curso, clasificándolos en función de la probabilidad de que ocurran o se intensifiquen en el próximo año. Además, se analiza su posible impacto en los intereses de los Estados Unidos de América (EEUU) con el propósito de guiar a quienes toman las decisiones para que focalicen sus esfuerzos.

Esta columna le propone a sus lectores un ejercicio distinto para empezar el año. Tomando como base el informe del CPA, se ofrece un análisis de como los conflictos más probables y de mayor impacto para el 2020 pueden afectar los intereses de Panamá. Este ejercicio es fundamental para promover el tan necesario pensamiento estratégico en nuestra política exterior.

En el ámbito hemisférico, es muy probable que se intensifique la violencia relacionada al crimen organizado en México (recordar los incidentes en Sinaloa en octubre de 2019). En esa misma línea, la creciente crisis económica y la inestabilidad política en Venezuela incrementará los niveles de violencia, represión y violaciones a los derechos humanos, así como el flujo de refugiados. Lo anterior, aunado al deterioro de la situación económica y de seguridad en el Triangulo Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras), traerá consigo el incremento de los flujos migratorios en la región. Tampoco podemos olvidarnos de la crisis político-humanitaria en Haití y su estancamiento económico, al igual que la situación en Nicaragua. Este panorama obliga a Panamá a diseñar una política migratoria integral que tome en cuenta los derechos humanos, el factor de movilidad humana y la protección internacional (apatridia, refugiados, desplazados internos, asilados, tráfico de personas, etc.).

A nivel mundial se puede prever una inestabilidad política continuada en Irak y Afganistán debido a las tensiones sectarias en el primero y la insurgencia talibana en el segundo. En líneas similares, el escenario bélico en Siria traerá consigo la pérdida adicional de vidas civiles y el aumento de tensiones entre las potencias involucradas en el conflicto. Igualmente, la situación en Yemen continuará deteriorándose debido a la intervención foránea. Por último, existen posibilidades moderadas de un conflicto entre EEUU e Irán o alguno de sus proxys. Para el 2020, el Medio Oriente seguirá siendo un punto de tensión por lo que se hace necesario que Panamá revise su posición respecto a las coaliciones militares en las que participa y sus aliados estratégicos en la región. Las Naciones Unidas y sus Estados miembros han fallado en ofrecer soluciones concretas a las situaciones antes descritas. Sin embargo, la complejidad de estos conflictos y la imposibilidad de resolverlos en un foro global, convierten a la Liga Árabe (foro regional) y a actores estables y ajenos a divisiones sectarias como Jordania en ejes claves para cualquier solución.  

Por otra parte, se estima que las tensiones en el Mar del Sur de China que involucran a Brunei, Indonesia, Malasia, Filipinas, Vietnam y China continuarán, así como aquellas en el Mar Negro (Rusia y Ucrania) y el Mediterráneo (Turquía, Chipre y Grecia). Situaciones de esta naturaleza afectan los intereses estratégicos de Panamá, pues el país con el mayor registro de buques de marina mercante en el mundo no puede permitir que el principio de la libertad de navegación se vea violentado de forma alguna. 

También es necesario considerar amenazas asimétricas como el terrorismo, los ciberataques y la posibilidad del uso de armas nucleares. En este sentido, es fundamental desarrollar y reforzar los planes para la protección de nuestra infraestructura crítica, incluyendo el Canal de Panamá. Para tal fin es necesario contar con el apoyo de aliados estratégicos como EEUU y los Estados miembros del Protocolo de Neutralidad del Canal. Igualmente, es obligante seguir de cerca los acontecimientos en la península de Corea y el subcontinente indio, y desarrollar una posición país respecto a las armas nucleares.

Tampoco debemos olvidarnos de las protestas sociales en distintas partes del mundo, el desenlace del Brexit, el futuro de la Unión Europea y el conflicto económico China-EEUU. La única forma en que Panamá deje de sufrir imposiciones foráneas es mediante el desarrollo y el mantenimiento de una política exterior de Estado que contemple posturas concretas y principios fundamentales. Solo así pasaremos de ser un ente reactivo a un actor proactivo en la agenda global.

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