La política Halcón y el conflicto en Yemen

Actualmente, el Medio Oriente se encuentra convulsionado por una gran cantidad de conflictos armados. De estos, el de Yemen ha producido una catástrofe inimaginable y “la peor crisis humanitaria en el mundo” según las Naciones Unidas, en un país en donde “alrededor del 75% de la población necesita asistencia humanitaria”. Este conflicto enfrenta a las fuerzas leales al presidente Hadi, apoyadas por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y sus aliados, y a los huzíes, quienes gozan del favor de Irán y sus socios.

En el 2015, luego del golpe de Estado de los huzíes al presidente Hadi, una coalición internacional dirigida por Arabia Saudita y los EAU inició una campaña de ataques aéreos indiscriminados, que a la fecha ha desencadenado en un conflicto armado a gran escala. Todas las partes en el conflicto han cometido crímenes de lesa humanidad y de guerra, así como un sin número de abusos a los derechos humanos, causando sufrimiento innecesario a la población civil no combatiente atrapada en medio del conflicto.

Cuando Panamá lanzó la denominada “política Halcón”, que involucra un acercamiento a regiones como el Medio Oriente, pensé que nuestras autoridades lo hacían con pleno conocimiento de la situación actual de la región y sus complejidades, incluyendo los conflictos sectarios y geopolíticos. Sin embargo, la inmediata elección de Emiratos Árabes Unidos como la plataforma de implementación de dicha política parece argumentar en favor del desconocimiento de la complejidad de estos conflictos regionales.

En julio de 2018, un informe de Amnistía Internacional (“God only knows if he’s alive”) documenta la campaña de EAU y las fuerzas de seguridad yemenís denominadas “Cinturón de Seguridad” y “Fuerzas Élite” para privar a individuos de su libertad e incursionar en detenciones arbitrarias, desapariciones forzosas, tortura y otras tratos crueles, inhumanos y degradantes. El informe también expone la existencia de una serie de prisiones secretas en donde los detenidos son sometidos a abusos impactantes que quedan en total impunidad. Estas fuerzas de seguridad operan fuera del comando y control del gobierno de Yemen, por lo que complicaría cualquier esfuerzo ulterior por hacer penalmente responsables a los perpetradores de estas violaciones a los derechos humanos.

Las actividades de EAU y las fuerzas de seguridad se han centrado en el sureste de Yemen, en donde están activos los grupos terroristas de Al-Qaeda en la Península Arábiga y el Estado Islámico (EI). La mayoría de los “arrestos” se justifican como operaciones contraterroristas, sin embargo, parecen basarse en sospechas infundadas y vendettas personales (en contra de miembros de partidos políticos y críticos de la coalición).

Igualmente, se ha reportado el uso de tortura por todos los bandos, incluyendo las tropas de los EAU y grupos afines. Los EAU subcontrata a extranjeros y mercenarios en las filas de su ejército. Según la unidad de inteligencia de la revista “The Economist”, exguerrilleros de las FARC y ciudadanos panameños forman parte de un contingente de 450 combatientes enviados por los EAU a Yemen. La participación de combatientes panameños en estos actos de tortura es alegada por la Organización Árabe para los Derechos Humanos en el Reino Unido. El uso de mercenarios también dificultaría los esfuerzos por atribuir ciertas conductas ilícitas y responsabilizar internacionalmente a los EAU.

Llama poderosamente la atención que Panamá, un Estado pacifista con un canal neutral, elija a EAU, un Estado beligerante, activo en conflictos y disputas regionales que involucran a múltiples Estados incluyendo Irán, Catar, Yemen y Libia, para que sirva de aliado estratégico y plataforma de implementación de una política que busca acercamiento al Medio Oriente. Sin embargo, rememorando la incorporación panameña a la coalición contra el El, ésta fue cuestionada por la falta de especificidad en lo referente a objetivos perseguidos y contribuciones específicas, lo cual argumentaba en favor de la falta de planeación por parte de nuestras autoridades. Al analizar detenidamente la política “Halcón” se puede llegar a la misma conclusión adicionando un desconocimiento de complejidades geopolíticas. La forma es muy importante en la política internacional. Halcón se traduce al inglés como “hawk” y en las relaciones internacionales, el término “hawkish” se utiliza para denominar una política agresiva o tendiente a la guerra. Por la forma y la selección de lenguaje y aliado estratégico, Panamá parece dar a entrever un objetivo confuso en su política Halcón.

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