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Kashoggi y los Pilares Gemelos del Golfo Pérsico

A finales de la década de los sesenta e inicios de los setenta, los Estados Unidos de América (EE.UU.) implementó la Doctrina Nixon que consistía en delegar en potencias regionales más responsabilidades en materia de defensa y seguridad. En el Golfo Pérsico se aplicó la política de los Pilares Gemelos, que consistía en otorgarle dichas responsabilidades a Arabia Saudita (la casa de Saúd) e Irán (la dinastía Pahlavi), garantizando los intereses de EE.UU. en la región. La política colapsaría luego de la caída del Sah Mohammed Reza Pahlavi, pero serviría para resaltar la importancia estratégica de estos dos Estados.

En la actualidad ambos Estados tienen pretensiones hegemónicas a nivel regional y juegan un rol en el conflicto sectario suní-chií. Mientras que Irán es gobernado por una teocracia chií y es señalado por su apoyo a grupos terroristas y su búsqueda de armas nucleares, Arabia Saudita se ha mantenido como un “aliado” de los EE.UU. a pesar de la práctica de corrientes fundamentalistas sunís como el wahabismo y el salafismo, además de financiar y promover el extremismo violento. En Arabia Saudita se aplica de forma estricta la sharía o ley islámica, llevándose a cabo, incluso, ejecuciones públicas mediante la decapitación.

Recientemente, el reino Saudí cambió su sistema de sucesión monárquica horizontal por uno vertical y designó como príncipe heredero a Mohammed Bin Salmán Al Saud (MBS). Inicialmente, MBS era visto como un reformista, impulsando políticas como la reducción de poderes a la policía religiosa y el levantamiento de la prohibición de conducir a las mujeres. Sin embargo, el asesinato del periodista Jamal Kashoggi en el consulado saudí en Estambul, Turquía, ha afectado seriamente la imagen del también Ministro de Defensa y Viceprimer Ministro.

El asesinato de Kashoggi plantea interrogantes jurídicas interesantes respecto a la inviolabilidad del local consular (Convención de Viena sobre relaciones Consulares, 1963, artículo 31) y las investigaciones que llevan a cabo las autoridades turcas. Igualmente, la acción de asesinar a un periodista disidente del Washington Post con residencia en los EE.UU. por medio de oficiales de inteligencia es tan inverosímil que se asemeja más a un guión de película que a la realidad.

No obstante, esta acción tan deplorable, descabellada e inhumana era previsible cuando se analiza el record reciente de Arabia Saudita. Solo es necesario recordar su participación en la guerra de Yemen y el bloqueo al Estado de Catar, que han afectado las vidas de miles de personas inocentes, sin lograr ningún objetivo concreto. La crisis diplomática con Canadá demostró la poca tolerancia saudí a los llamados al respeto y observancia de los derechos humanos. Igualmente, el incidente con el actual Primer Ministro libanés Saad Harari, generó preocupaciones de que éste había sido secuestrado en Riad (Harari renunciaría durante su estancia en Riad y al regresar a Beirut se retractaría de la misma).  Además, debemos recordar los incidentes en el Ritz Carlton de Riad, que se convirtió en una cárcel de lujo para príncipes y altos cargos del gobierno como parte de una operación “anticorrupción” que se asemejaba más a una purga. En ninguno de estos casos hubo consecuencia alguna para MBS y el asesinato de Kashoggi no fue más que otra acción para probar los límites de la comunidad internacional.

Hace algunos días, el Washington Post y otros medios reportaron que una evaluación de la Agencia Central de Inteligencia de los EE.UU. argumentaba con un “alto nivel de confianza” que MBS había ordenado el asesinato de Kashoggi. Igualmente, el New York Times relata que desde el ascenso al poder de MBS, se han hecho diligencias para sabotear la economía iraní y asesinar mediante contratistas privados a los enemigos iraníes del reino, entre los cuales se encuentra el General Qasem Soleimani, líder de la Fuerza Quds de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. No es difícil imaginar las consecuencias que una acción como esta tendría para todo el Medio Oriente.

Al diseñar la política de los Pilares Gemelos, EE.UU. reconoció la importancia de Arabia Saudita e Irán en la región. Si bien ésta no resultó, desde entonces, ambos países han jugado un rol hegemónico y desestabilizador en el Medio Oriente. La comunidad internacional no puede seguir obviando las acciones de MBS, la atribución de responsabilidad a este alto dignatario será fundamental para disuadir a otros autócratas de asesinar a sus críticos o cometer acciones que puedan desencadenar en un conflicto regional de grandes proporciones.