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La Crisis en Haití y Petrocaribe

Desde hace más de un mes, la República de Haití se encuentra sumida en una grave crisis político-social. Es muy posible que gran parte de los sucesos en el país caribeño hayan pasado desapercibido para la mayoría de las personas debido a que su atención está centrada en la delicada situación que atraviesan Venezuela y Nicaragua. La situación actual que enfrenta Haití es una manifestación directa del latrocinio de las arcas públicas y los actos de corrupción ligados al Acuerdo de Cooperación Energética denominado Petrocaribe.

La Unión de Petróleo del Caribe fue creada en el año 2005 bajo el liderazgo del entonces Presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Actualmente cuenta con 19 Estados miembros y su objetivo inicial era permitir a países caribeños adquirir petróleo venezolano en condiciones de pago preferencial. Esta alianza permite a estos países, que en promedio gastaban 13% de su producto interno bruto en importaciones petroleras, comprar petróleo y pagarlo en un plazo estimado de 17 a 25 años con una tasa de interés del 1%, siempre y cuando los precios del petróleo se mantuviesen en un valor de mercado inferior a los 40 dólares el barril. Con el control del petróleo y el acceso a precios “especiales”, los Estados que integraban la Unión de Petróleo del Caribe se comprometieron a utilizar los fondos excedentes para proyectos sociales que promoviesen el desarrollo, la salud y la educación, así como obras de infraestructura y la promoción de la agricultura.

En el caso de Haití se estima que el país recibió alrededor de 3,800 millones de dólares en excedentes por su participación en la Alianza. No obstante, las inversiones en materia de desarrollo y obras de infraestructura nunca se realizaron. Además, se calcula que alrededor de 2,000 millones de dólares del excedente han desaparecido producto del desfalco que involucra al ex Presidente Michel Martelly y altos funcionarios de su administración. Se trata del mayor escándalo de corrupción en la historia de este país caribeño. Lo anterior ha conllevado a grandes movilizaciones sociales bajo la consigna “¿dónde está el dinero de Petrocaribe?” que han desembocado en la crisis que actualmente afecta al país. Los manifestantes solicitan también la renuncia del actual Presidente Jovenel Moise por el mal manejo de las políticas económicas del país y por agravar las condiciones de pobreza en un país donde el 50% de la población vive con menos de 2 dólares diarios.

A lo anterior debe adicionarse la fragilidad de la democracia haitiana y los grandes desafíos que enfrenta el país por desastres naturales y aquellos causados por el hombre. Solo es necesario recordar la dictadura de los Duvalier (François y Jean Claude) y los golpes de Estado contra Jean-Bertrand Aristide (1991-94 y 2004), así como el terremoto del 2010 y la epidemia de cólera del mismo año, cuya introducción al país se le atribuye a los cascos azules nepalís de las Naciones Unidas. Dicha epidemia de cólera cobró la vida de más de 10,000 personas y se estima que alrededor de 800,000 personas fueron infectadas.

Ante el aparente colapso institucional, la inestabilidad política, las debilidades del estado de derecho, los múltiples desafíos en materia de derechos humanos y la cultura de impunidad existente, soluciones como las que ofrece el Consenso de Copenhague con su plan denominado “Haïti Priorise” deben implementarse. A través de un proceso que involucró a reconocidos economistas, ganadores del Premio Nobel y miembros de organizaciones no gubernamentales, se analizaron más de 700 propuestas y se identificaron 85 objetivos concretos para ayudar al país a combatir sus múltiples desafíos. Petrocaribe debe ser la crisis culminante de Haití; el país merece soluciones duraderas y planes como el “Haïti Priorise” deben ser el punto de partida.